MIS PUEBLOS: MORENO Y MAR DEL TUYU
Cuando uno va llegando a viejo se pone a pensar y
descubre lo bueno que es tener un lugar en el mundo: quizás pequeñito, pero un
lugar al que sentís propio.
Y si tenés dos lugares, en los cuales te sentís a
gusto, mejor todavía. Un lugar por nacimiento y otro por adopción. Eso
significan para mí Moreno y
Mar del Tuyú.
Respecto al primero, prefiero recordar a mi Moreno
de hace 35 años atrás: calles arboladas y silenciosas, donde las tardecitas de
verano te acompañaban con los susurros de las palomas y el vientito con aroma a
eucalipto, paraíso, pino, aromo, tilo… Epocas en que agarrabas la bici y salías
a dar vueltas y donde la única condición era llegar antes del anochecer. Cuando
llegar hasta Cascallares era una aventura y remojarte un poco en Río Alegre era
la recompensa….
Un poco mas tarde, ir hasta el Manantial, un poco
mas arriba, yendo hacia la zona donde hoy está el dique Roggero. Ahí tomabas
agua fresca, clara y pura, esperando el ritmo de la vertiente (porque no era
permanente sino que tenía “ciclos” cortos: un chorrito suave y luego uno mas
fuerte, luego bajaba y así continuaba).
Después podías volver por La Reja y recorrer las
grandes quintas que había en la zona, que hoy se conservan a pesar de todo…
Ahora todo cambió y los años trajeron el progreso…
(progreso…?): Mas allá de mis 48 años ya no puedo hacer esas recorridas. Y no es
por la edad, les aclaro….
Y cuando el lugar de uno se acota, buscamos otro
por adopción, donde podamos recordar parte o todo de lo vivido en esos años.
Entonces recalamos en
Mar del Tuyú, hace ya unos
8 años.
No hablemos de la temporada de verano, donde la
ciudad se ve desbordada de gente, sino fuera de esas épocas: Abril, Setiembre,
Octubre, y si te le animás, Julio, Agosto… Meses duros, pero siempre con algún
encanto.
En
Mar del Tuyú, volví al silencio de la siesta, a
las caminatas en compañía de mis perros de la calle: mascotas de todos y de
nadie…, al aroma de los pinos después de la lluvia y descubrí mas cosas: los
sonidos del mar, la buena gente, la gente que ama y cuida a su terruño. Aprendí
a leer el cielo, el viento y a respetar el mar.
Y entonces, casi sin darme cuenta, yo también
aprendí a amar a ese terruño y tuve mi segundo lugar en el mundo… donde, si Dios
me deja, voy a terminar mis días. No se cuando, por suerte, pero sé que va a ser
ahí.
Estas pequeñas líneas son para tratar de describir
lo afortunado que me siento, por el pasado y por el presente. Y seguramente
también por el futuro.
HISTORIA Y DATOS DE MAR DEL TUYU